sábado, 28 de agosto de 2010

Pollo al vino y vegetales...

Es el placer, el delirio, el canto, y la brisa,
la ilusión, la pasión y también el engaño,
un pilar de vegetales frescos, de mágicos colores, de crepúsculos azules,
al ritmo incesante del pecho de su cocinero se reducen en fragmentos,
en chispitas de amor, cuando acariciados son por la tersa hoja de acero.
ahh los vivos apios, zanahorias tan robustas como el cielo,
y la carne rosa bañada en polvos de sal y pimienta,
una lluvia de finas hierbas, exóticas, frescas, estimulantes y locas,
impregnan su manos, y su alma, y su corazón que no deja de adorarla.
dientes de ajos, para el, tan valiosos como el marfil, o como las perlas,
y que en tardes de sábados melancólicos,
sin mediar pena alguna laceran los ojos de quien se atreve a rebanarlos.
mas un par de cebollas que bajo su fino abrigo de papeles marrones,
resguardan de las tierras húmedas la tan valiosa rosa de cristal,
que tanto sabor le brinda a la vehemencia absurda de idénticos días.

Todos y cada uno de ellos, unidos bajo una misma bandera,
y acaudillados por el fervor sublime que solo ella puede lograr,
aguardan con humilde bondad, morir bajo el fuego encantador,
y dejar sus cenizas, su sangre, sus fragancias, su sazón, y un poco de su alma en la carne,
para renacer en plumas de oro, que adornaran los cabellos de aquella, su musa color canela,
180 grados, la medida perfecta de calor y abrigo,
más las lagrimas de olivos, invaluable escudero de las ollas,
anudará en finas redes lo que fue alguna vez fueron los verdes hijos de la tierra.

Es el placer infinito de segar la vida de los seres, y aderezar sus despojos con los restos de otros, para así vivir y llorar, sentir, también soñar,
el júbilo incesante de complacer sus besos, de deleitar sus ojos,
de apreciar aquella sonrisa reflejada en el agua.
Solo comparado con el placer causado del vino esfumarse en su sartén, en su nariz,
en sus sueños, que a diferencia del sabio vino lo hacen en el más doloroso silencio.

Toda esta ceremonia, aquel noble esfuerzo, e inmortal pasión,
se ven quemados por ráfagas de fútiles palabras,
ahora los ajos han perdido su luz, el romero marchito impregna de amargura la existencia,
y las cebollas hacen brotar lágrimas de nostalgia a la sartén,
mientras la piel bajo las brasas incrédula se niega a dorar,
puesto que sin saberse cómo, ni de que manera,
toda la obra, que bajo excelsa constancia se labró,
ahora conserva un característico sabor,
sabor amargo, agrio y también desabrido,
ese sabor maldito, que a los hombres atormenta, ese sabor inconfundible a soledad,
pues al final y al cabo el único error del desdichado cocinero
fue agregarle a su receta demasiado corazón...

1 comentario:

  1. Ahhh parce aprenda a cocinar, no sea cochinorréa!!!!!!!!!
    men bacano la creatividad que le imprime al acto, como sacar de algo tan sencillo unos versos sublimes.

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Tan valioso como para el actor es el aplauso o el silvido, para mi lo es tu palabra sin importar cual sea su sentido...